15.11.12

Julián Barnes. "El sentido de un final". Anagrama. 2012. Premio Man Booker.


Al escritor  Julián Barnes (Leicester, 1946) le vienen inquietando las cuestiones que suelen inquietar a quienes cruzan el umbral de los 50. Son los temas como la muerte ( abordado en “Nada que temer”), o el amor que irrumpe a una edad madura y llega como un vendaval que pone todo patas arriba ( Antes de conocernos” ), el triángulo amoroso “ Hablando del asunto”) y otras de sus novelas, once en total, todas en Anagrama. Solo he leído estas que os digo.  Ahora toca el tema de la memoria en su nueva novela, recién publicada por, Anagrama. “El sentido de un final”, galardonada con el premio Man Booker, que ha destacado a grandes escritores de habla inglesa desde que comenzó en 1969.  La he leído estos días y no se hace pesado, aunque quienes quieren historias no insinuadas, sino excesivamente explicadas, quedarán defraudados. esta es una historia de grandes sentimientos en los que el lector entra y empieza a seguir los guiños de la sugerencia. Hay momentos en los que el retrato piscológico es tal que la identificación con el lector y sus sentimientos ocultos, puede ser un arma que engancha

Es una novela sobre la memoria, los ajustes con el pasado, en sentido de toda una vida vista desde la atalaya de la vejez. Una vida recordada y un remordimiento que aflora cuando llega a manos del protagonista, cuarenta años después, una carta que nunca debería de haber escrito. Remordimiento significa volver a morder. La memoria en clave de remordimiento es capaz de poner patas arriba el sentido de toda una vida. “Todos sufrimos algún daño, de uno u otro modo… Algunos admiten el daño y tratan de mitigarlo; algunos pasan sus vidas tratando de ayudar a otros que están dañados; y luego están aquellos cuya mayor preocupación es evitar más daño, a cualquier costo. Y ésos son los implacables, y de los que hay que tener cuidado”. Y agrega: “Y eso es una vida, ¿no es verdad? Algunos logros y algunas decepciones”.

Es un libro con asomo de ensayo, algo muy propio del Barnes escritor que ya novelas como “Una historia del mundo en diez capítulos y medio” ya había hecho. Este estilo junto con los esbozos de novelas literarias como el “Loro de Flaubert” o “George and Arthur”, suelen ser habituales en él. Su micro literatura en relatos como la “Mesa de limón” muestra al Barnes más literato que ensayista.

            Esta novela dedica varias páginas a reflexiones sobre el pasado, el futuro, las acciones que uno protagoniza, las decisiones que uno no toma. El protagonista reconoce que es posible ser nostálgicos sobre penas recordadas, así como placeres recordados. Pero lo que lo perturba es la sensación de no poder ser coherentes o no poder tener un punto de apoyo respecto a nuestra propia vida:  “Pensé… que podía volver al inicio y cambiar las cosas. Que podía hacer que la sangre retrocediera en su flujo”.?”.