“He conocido lo peor que el mundo podía hacerme y a pesar de todo lo celebro a él y a todas sus criaturas. Todo lo que existe, bien está. Recuerda esto algún día, recuérdame como a alguien que amó todas las cosas y lo aceptó todo de los dioses, las luces y las sombras, todo. Y haz tú lo mismo. Adiós.”
Aquí tienen a Thornton Wilder (1897-1975), el venerado autor de 'Los idus de marzo' y de 'El puente de San Luis Rey', recreando la vida griega de la era precristiana en una de sus primeras novelas, publicada a los treinta y pocos de edad: 'La mujer de Andros' (451 Editores –saludamos de paso la aparición de esta editorial y le ofrecemos larga y feliz vida-, con traducción de Isabel González-Gallarza).
Bien, es una pequeña exquisitez que va de lo psicológico a lo cosmogónico, pero en viaje clásico, allí donde los papeles del individuo se barajaban con las huellas de sus antecesores, donde se era lo que se era porque antes alguien lo había sido. (Esto para nosotros es muy complicado: morimos y vivimos más solos que la una, aunque, eso sí, plenos de autorrealización). El mundo que aquí traza Wilder está situado en un tiempo intermedio y azotado, ya derrumbada la polis y antes del advenimiento del cristianismo, y vale mucho como metáfora del nuestro y de otros anteriores (se escribió a finales de los 20 del pasado siglo). ¿Qué hacer: ciegamente hacia atrás o ciegamente hacia delante? Si completamente ciego el pasado, también ciego el futuro. ¿Un poquito de lo de antes y un poquito de lo que va a venir? No es un dilema, es una imposibilidad.
Y no me digas que al final se trata de una elección personal. Las elecciones personales significan casi nada para el mundo (y no digamos para tu mundo). De modo que acaba pasando lo que pasa: “Los errores que la amplitud de miras nos lleva a cometer son menos terribles que los beneficios que nos depara la cautela”. (Le he metido una paráfrasis, pero la intención no varía). Preocupante, en todo caso, lo de que haya beneficios terribles más terribles que los errores.
El AUTOR.
Thornton Wilder (Madison, Wisconsin, 1897 - Hamden, Connecticut, 1975) ha sido el único escritor honrado con el premio Pulitzer tanto de narrativa, por su novela El puente de San Luis Rey, como de teatro, en dos ocasiones: por Nuestra ciudad (1938) y por The skin of our teethi (1943). Sus otras novelas son La cábala (1926), La mujer de Andros (1930), Heaven's my destination (1935), Los idus de marzo (1948, la gran novela sobre la muerte de Julio César), El octavo día (1967) y Teophilus North (1973). Entre sus piezas teatrales destacan The matchmaker (1955), cuya adaptación más adelante originó la célebre comedia musical Hello, Dolly!, y The Alcestiad (1977). Wilder, que hablaba con fluidez cuatro idiomas, adaptó obras teatrales de autores tan diversos como Henrik Ibsen, Jean-Paul Sartre y André Obey, y fue guionista para Alfred Hitchkock en La sombra de una duda. Como estudioso, llevó a cabo una amplia y destacada investigación literaria sobre la novela de James Joyce Finnegans Wake y el teatro de Lope de Vega.
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