Tras dieciséis años en la capital, Edmund White atrae al lector hacia los fascinantes recovecos de su París personal y nos presenta un retrato de la ciudad de la luz desde la perspectiva de un caminante ocioso, alguien que deambula sin propósito aparente, pero que sintoniza en secreto con la historia del lugar, y en secreto va en pos de aventuras, ya sean estéticas o eróticas. Así, el paseante vagabundea por las calles y avenidas y a lo largo de los muelles, por unos rincones y unas aceras de París prácticamente desconocidos para los visitantes e incluso para los propios parisinos.
Entrando en el Warais, evoca la historia de los judíos de Francia; en una visita al Haynes Grill recuerda la presencia (festiva, turbulenta) de los americanos negros en París durante un siglo y medio. Gays, decadentes, personajes estrafalarios del pasado y del presente, se someten al escrutinio del paseante. A su capricho, visita librerías y comercios, monumentos y palacios, y nos proporciona anécdotas e informaciones de lo más variopinto y curioso acerca de cada uno de esos lugares, penetrando a través de los muros ciegos en el interior de los nobles edificios, y captando un atisbo del humano tormento que contiene este París inédito. Por el camino nos lo cuenta todo, desde los últimos debates entre los legisladores franceses hasta los jugosos detalles de la vida de Colette.
Es este el primer de los libros que comienzo a leer sobre París...
No hay comentarios:
Publicar un comentario