19.11.13

"Tu rostro con la marea" de García de Cortázar


En el género de la novela histórica uno puede llegar a perderse. Cuando la escribe un novelista, se levanta el recelo. Cuando la escribe un historiador, pasa igual. Cuando Mújica Laínez escribió “Bomarzo” o Carpentier el “Siglo de las luces”, el historiador advierte fallos y los recrimina. Cuando quien la escribe es un historiador, el novelista recela y le achaca la falta de estilo. Dice que le falta arte y rudimento. Stendhal podría reírse de todo ello. O Graves, Roa Bastos, Arturo Barea o el mismo Flaubert cuando escribió su “Salambó” . Y muchos más. El novelista siempre ha tenido la tentación de escribir su cosmovisión. Lo que le pasó a Vargas Llosa con Trujillo en “la Fiesta del Chivo”. Explicarse…y explicar. Se olvida muchas veces que el historiador, tras manejar el dato y exudar todo lo que sabe en libros, necesita una cosmovisión. Y necesita de la novela, “el puro gozo de la ficcicón” que decía Joyce.

Elias Caneti decía al concluir su gran ensayo “Masa y poder” (1960), que había logrado “agarrar a Europa por el cuello y entenderla”. Un esfuerzo titánico para comprender el mundo de entreguerras, ese mundo vivo, excitante, en donde, tras el desastre de la Primera Guerra Mundial, una Europa de viudas, huérfanos y mutilados, vivía su “carpe diem”. Los años veinte y treinta del siglo pasado fueron años en los que Europa vivió desenfrenadamente , mientras que todo afloraba desde los cabaret berlineses de la Repúbica de Weimar, hasta el mundo de Monparnasse, “La Copoule” o “La Rotonde”, en París, , llena de emigrados rusos, como bien describe el díscolo hijo de Thomas Mann, Klaus Mann en el “Volcán”.  Berlín disfrutaba en aquellas calles traseras del Rhathause por Alexanderplataz, el Berlín de entreguerras, humillado y ofendido, con deudas pendientes que afloraron más tarde en las tabernas de Munich. En Viena florecía un perfil de hombre como el que retrata Musil en un “Hombre sin atributos”, desesperados por el fin de una era de “la marcha de Radesky” de Rhot. Rusia iba acomodando su revolución, expulsando la inteligencia. “Speak memory”, de Navokob. En España….hubo hombres y nombres en tertulias literarias como las de Colombine, o Casinos Ansens, los años de Rubén Dario, de Gonzalez Ruano, de Alejandro Sawa, de Valle Inclán, Valle-Inclán, Galdós, Pérez de Ayala, Azaña, Agustín de Foxá, Juan Ignacio y Torcuato Luca de Tena, Anna Ajmatova, Malaparte, Rafael Sánchez Mazas... de tantos y tantos que querían ser europeos durante el directorio de Primo de Rivera,

Y hago este largo en largo ex cursu para recomendar una novela, “Tu rostro con la marea” de Fernando García de Cortázar. Hacía falta decir lo que he dicho porque hay que entender esa Europa para leer la primera incursión en la ficción de este historiador vasco. La novela de Fernando se puede calificar de novela histórica, ahora que tanto abunda el genero. Es complicado el género después de haberlo hecho Yourcenar, Graves o Renault. Es complicado entrar sin deslizarse. Escribir novela histórica no es hacer que la historia cambie, sino que se entienda, que se comprenda, desde las pasiones, lo intimo de los personajes Hoy, estoy convencido, que todo esta en la novela. No hay nada fuera de ella: la política, la religión, la economía  el arte, la cultura. Una novela puede hablar de todo en sus personajes. Fernando ha tomado personajes que son paradigmáticos del hombre de esa época, de todas las épocas con sus pasiones, con sus ideales, con sus fracasos. Es la parte humana de la historia, la que va más allá del dato, la que saca el alma. Una novela de amor y espionaje, de traiciones e intrigas políticas que nos transporta a una época que cambió el mundo para siempre Fernando cita a su admirada Anna Ajmátova: «En el futuro se pudre el pasado».

No quiero destripar el argumento, pero si recomendar la novela por tres razones. Primero porque leyéndola se aprende mucho de la historia de esa época; segundo porque en sus personajes afloran los tipos más generales de nuestro país. Los podemos sentir contemporáneos. Y tercero porque ha logrado diálogos asombrosos, detalles impresionantes y, sobre todo, ubicar en el escenario general, lo particular.

Les recomiendo la novela, felicito al autor e intuyo que los puristas de la novela le criticaran su incursión en el parnaso literario, ten cerrado a veces. Y sus colegas de la historia podrán decirle que es algo descafeinado. Pero no hay algo mas apasionante para un profesor que, por todos los medios, ofrecer las claves de todo lo que ha enseñado y su propia cosmología . Y eso hace Fernando en esta buena novela.