30.1.07

"La primavera romana de la señora Stone" de Tennessee Williams



Ya en la cincuentena y establecida en Roma, la señora Stone, una rica viuda estadounidense que fue una bellísima actriz en su juventud, percibe lentamente y de forma cruel los estragos del paso del tiempo. Su relación sentimental con un joven gigoló sin escrúpulos pondrá de manifiesto su decadencia física y personal, y la llevará a tomar una decisión brutal. "La primavera romana de la señora Stone" recoge algunas de las obsesiones de Tennessee Williams, conocido por el público sobre todo por sus obras de teatro. Un interesante artículo y reseña sobre esta novela en

"El abrecartas" de Vicente Molina Foix



'El abrecartas' se inicia con las cartas que un amigo de infancia de Federico García Lorca le escribe al poeta, quien, aún vivo, inspira en la lejanía sus anhelos y sus sueños. A partir de ese primer episodio el lector seguirá el curso de lo que el propio Vicente Molina Foix llama "novela en cartas", una obra en la que cada capítulo forma parte de un único argumento desarrollado a través de unos protagonistas que en lugar de hablarse se escriben. Es también una ambiciosa novela-río subterránea en la que los últimos cien años de la vida española aparecen reflejados en el sugestivo entrecruzamiento de la Historia con las historias privadas de un grupo de víctimas, supervivientes, 'vividores', apóstoles de la modernidad, muchachas 'modernas' y 'malditos'. Esos hombres y mujeres se mezclan a su vez con ciertas personalidades relevantes –Lorca, Vicente Aleixandre, María Teresa León, Rafael Alberti, Eugenio D'Ors, entre otros–, figuras evocadas de esta poderosa sinfonía coral en la que lo íntimo se une a lo colectivo y la desolada tragedia de los perdedores queda a menudo resaltada por el humor grotesco de unos informes policiales que revelan en toda su siniestra palabrería la 'prosa oficial' del franquismo.


Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su película Sagitario se estrenó en 2001), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (1983), La Quincena Soviética (1988), La misa de Baroja, La mujer si cabezas y El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002). Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas versiones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia, así como sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico.

"Marca de Agua" de Joseph Brodsky


«El encaje alzado de las fachadas venecianas es el mejor rastro que el tiempo, alias agua, haya dejado nunca sobre tierra firme. [...] Es como si el espacio, más consciente aquí que en ningún otro lugar de su inferioridad frente al tiempo, le respondiera con la única propiedad que éste no posee, con la belleza. Y es por esta razón por lo que el agua toma esta respuesta, la retuerce, la golpea y la rompe en pedazos, aunque al final la recoja y la lleve consigo hasta depositarla, intacta, en el Adriático.»Joseph Brodsky


En Marca de agua, un mosaico de 51 breves secuencias, Joseph Brodsky se sirve de sus visitas anuales a Venecia para meditar sobre la relación entre el agua y la tierra, la luz y la oscuridad, el tiempo presente y el pasado, el deseo y su satisfacción, la vida y la muerte. Estampas poéticas, estampas venecianas, estas reflexiones acerca de la ciudad abren brechas en la memoria del escritor, que entrelaza recuerdos personales con hechos acaecidos en la propia Venecia. Para el lector esa percepción y ese contrapunto entre imágenes y pensamientos se asociarán para siempre con el nombre de Venecia

Después de leer Marca de agua, uno quiere salir hacia Venecia y esperar que las campanas, como escribe Joseph Brodsky, nos despierten una mañana de domingo, en pleno invierno, para desayunar un poco de esperanza, o convertirnos en un gato como él o, simplemente, para desaparecer como un reflejo del agua. Marca de agua es el libro de un poeta y un viajero


Joseph Brodsky es, tal vez, el poeta ruso más importante del siglo XX. Nacido en Leningrado en 1940 y muerto en Nueva York en 1996, ganó el Nobel en 1987. En 1972 se le expulsó de la Unión Soviética, donde nunca pudo regresar. Vivió desde entonces en Estados Unidos y, con su primer sueldo de profesor, viajó en diciembre a Venecia, ritual que repetiría todos los años que pudo. Para Brodsky, Venecia, lejos de evocar su San Petersburgo natal, es lo más parecido al paraíso en la tierra. Allí quiso ser enterrado y a Venecia –o a sus visiones– dedicó este libro, 51 piezas breves que hablan de la ciudad y, sobre todo, del tiempo y de sus encarnaciones: el arte, la vida y la muerte.


En Venecia Joseph Brodsky no busca la belleza, sabe que esto siempre se nos concede por añadidura. Busca su reflejo, se pierde en sus paseos, en sus meditaciones fruto de las visiones de la neblina y anota detalles que son el primer paso de algunas certezas: “El agua –escribe– es igual al tiempo y proporciona un doble a la belleza


Saludo a los lectores de este blog


En este blog que he ldado en llamar "Atril y lápiz" irá apareciendo la relación de mis lecturas. Junto a ellas, una valoración personal que irá desde Extraordinaria , con recomendación de lectura hasta Pésima, pasando por Buena o aceptable. Es una opinión personal simplemente; nada más. Me sirve de cuaderno de bitácora de los libros que me acompañan. En el mismo arranque vayan estas palabras de uno de los grandes lectores de la historia ,Jorge Luis Borges:


Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.