30.1.07

"Marca de Agua" de Joseph Brodsky


«El encaje alzado de las fachadas venecianas es el mejor rastro que el tiempo, alias agua, haya dejado nunca sobre tierra firme. [...] Es como si el espacio, más consciente aquí que en ningún otro lugar de su inferioridad frente al tiempo, le respondiera con la única propiedad que éste no posee, con la belleza. Y es por esta razón por lo que el agua toma esta respuesta, la retuerce, la golpea y la rompe en pedazos, aunque al final la recoja y la lleve consigo hasta depositarla, intacta, en el Adriático.»Joseph Brodsky


En Marca de agua, un mosaico de 51 breves secuencias, Joseph Brodsky se sirve de sus visitas anuales a Venecia para meditar sobre la relación entre el agua y la tierra, la luz y la oscuridad, el tiempo presente y el pasado, el deseo y su satisfacción, la vida y la muerte. Estampas poéticas, estampas venecianas, estas reflexiones acerca de la ciudad abren brechas en la memoria del escritor, que entrelaza recuerdos personales con hechos acaecidos en la propia Venecia. Para el lector esa percepción y ese contrapunto entre imágenes y pensamientos se asociarán para siempre con el nombre de Venecia

Después de leer Marca de agua, uno quiere salir hacia Venecia y esperar que las campanas, como escribe Joseph Brodsky, nos despierten una mañana de domingo, en pleno invierno, para desayunar un poco de esperanza, o convertirnos en un gato como él o, simplemente, para desaparecer como un reflejo del agua. Marca de agua es el libro de un poeta y un viajero


Joseph Brodsky es, tal vez, el poeta ruso más importante del siglo XX. Nacido en Leningrado en 1940 y muerto en Nueva York en 1996, ganó el Nobel en 1987. En 1972 se le expulsó de la Unión Soviética, donde nunca pudo regresar. Vivió desde entonces en Estados Unidos y, con su primer sueldo de profesor, viajó en diciembre a Venecia, ritual que repetiría todos los años que pudo. Para Brodsky, Venecia, lejos de evocar su San Petersburgo natal, es lo más parecido al paraíso en la tierra. Allí quiso ser enterrado y a Venecia –o a sus visiones– dedicó este libro, 51 piezas breves que hablan de la ciudad y, sobre todo, del tiempo y de sus encarnaciones: el arte, la vida y la muerte.


En Venecia Joseph Brodsky no busca la belleza, sabe que esto siempre se nos concede por añadidura. Busca su reflejo, se pierde en sus paseos, en sus meditaciones fruto de las visiones de la neblina y anota detalles que son el primer paso de algunas certezas: “El agua –escribe– es igual al tiempo y proporciona un doble a la belleza


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